Cuando
Zoro era un niño de 11 años usaba el Nitōryū (estilo de dos
espadas) y entrenaba en un dojo.
Zoro era muy bueno, e incluso lograba derrotar a personas de mayor
edad que él. Sin embargo, la única persona a quien no podía
derrotar era a Kuina, de 14 años (hija de Koshiro, el maestro del
dojo).
Tras
su derrota número 2.000 a manos de Kuina, Zoro la retó en un duelo
privado y con la condición de que usaran espadas de verdad. Kuina
acepta y vuelve a derrotar a Zoro, éste empieza a llorar de
frustración porque no podrá cumplir su sueño de convertirse en el
mejor espadachín si no puede vencer a Kuina. Ella a su vez empieza a
llorar diciendo que también quiere convertirse en la mejor
espadachina del mundo, pero su padre le dijo que con el tiempo las
mujeres maduraban más débiles que los hombres y que ella ya estaba
comenzando. Zoro le gritó y dijo que no era verdad, que no debería
de decir eso porque ella lo podía vencer, y que si un día él la
vencía ella usaría eso como excusa; juró que si algún día la
vencía era por que él entrenó duro y se volvió más fuerte y no
por que Kuina se había vuelto débil. Seguido de esto, los dos se
prometen mutuamente que alguno se convertiría en el mejor espadachín
del mundo.
Tristemente,
Kuina falleció al día siguiente al cargar una piedra para afilar su
espada y caerse de las escaleras. Luego, Zoro le ruega al padre de
Kuina que le diera la espada de ella, la Wadō
Ichimonji,
para convertirse en el mejor espadachín por los dos. Su sensei
acepta, y a partir de ese momento Zoro empieza a usar el Santōryū.
Tras años de entrenamiento, Zoro se embarca al mar del este para
cumplir sus sueños, no sin antes hacer una visita a la tumba de
Kuina.
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